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El universo de Paloma

Paloma Valdivia es una apasionada de la infancia. Y eso se transmite cuando habla de sus libros, de su maternidad, de su propia niñez que, nos cuenta, tiene muy presente. Esta reconocida autora e ilustradora chilena atrapa con sus ilustraciones potentes y reflexiona en sus obras sobre temas complejos, como la desigualdad y la muerte, con sencillez y profundidad. Paloma estuvo en Buenos Aires invitada por el Filbita y conversó con Latinlab.

-Se percibe que hay mucho de tu historia personal en tu obra como autora integral. ¿Qué lugar tiene lo autobiográfico en tu obra?

-Cuando veo mi obra a la distancia, puedo decir que es absolutamente autobiográfica. A mí la obra de ficción no me sale, no soy capaz de hacerla. Yo puedo hacer trabajos de ilustración para otros, por encargo. Y mientras tanto, me aparece un tema, estoy 2 años pensando en eso y termino haciendo un libro. Mi obra como autora integral surge de esos momentos puntuales.

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Por ejemplo, “Los de arriba y los de abajo” surgió en Barcelona, donde viví 7 años. En ese momento, el tema de la inmigración pegaba muy fuerte y se hablaba de que los de arriba tenían que ayudar a los de abajo. Y entonces yo empecé a pensar por qué no habían dibujado el mapa al revés, que los países pobres habíamos quedado abajo y que, si lo dibujaban al revés, por ahí nos tocaban mejores condiciones. Y en ese momento hice ese libro.

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El siguiente, “Es así”, surgió en un momento en que se me murió alguien y al mismo tiempo mi hijo estaba en camino. Era una explicación para entender la muerte adulta que nunca me habían explicado de niña. Y una forma de resolver conflictos, el embarazo es un momento muy alocado y yo necesitaba poner todo en orden para poder seguir.

 

-¿Cómo surge “Nosotros”, tu último libro?

“Nosotros” está asociado al momento actual, en que mi hijo está creciendo. Es mi favorito. Yo siempre trato de contar algo con la menor cantidad de recursos posible. Esta es una historia que tiene que ver con la cantidad de tiempo que nos pasamos haciendo dormir a nuestros hijos, que es mucha. Había una especie de juego que era lo que más le gustaba a mi hijo antes de dormirse que era el de “si yo fuese, tu serías”. “Si yo fuese una yegua, tú serías un potrillo”…y así entraba en un letargo.

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Había un momento, cuando él se quedaba dormido, en el que yo me decía: si yo fuera una coneja, tú serías un conejito y entonces te irías saltando… El estaba dormido y yo me quedaba al lado y pensaba: va a crecer, se va a ir. Pero va a volver, y va a volver genial y convertido en lo que él quiera y va a estar bien. Por eso este es un libro que habla del cambio, de crecer, de la relación de los hijos y las madres.

Aunque ayer una señora me dijo en una charla que ella lo usaba con las madres de hijos que cambian de sexo. Y me pareció algo maravilloso pero que a mí jamás se me hubiera ocurrido. Fue muy emocionante. Me decía que estas mamás hacen un duelo por ese hijo que pierden de algún modo pero luego vuelve siendo diferente.

-En este proceso de creación, ¿hay algo que viene primero? ¿La idea, las imágenes, los textos?

-Más que la idea es la obsesión. Me obsesiono profundamente con ciertos temas que no son muchos, porque han sido 4 los libros que he hecho. Pero me obsesiono con un tema y busco respuestas. Y yo soy muy mala bocetando. Tengo mucha memoria, me voy haciendo el libro en mi cabeza. La historia y la ilustración van un poco a la par. Por ahí estoy un año pensando el tema y entonces me viene el texto completo y lo tengo que bajar. Y sale. Y las ilustraciones están en mi cabeza pero un poco difusas. Entonces empiezo a ilustrar. Es como que las veo difusas en el proceso y al final, me siento y dibujo.

-En tu trabajo suelen aparecer los clásicos. Ilustraste Caperucita Roja, de Gabriela Mistral. También ilustraste la canción de cuna “Duerme negrito” e hiciste una versión de la canción popular “Yo tenía 10 perritos”. ¿Qué atractivo encontrás en reversionar los clásicos?

-A “Duerme Negrito” quise hacerlo yo. Me habían pedido un libro y yo venía saliendo de la maternidad y no estaba tan lúcida. Y me había pasado años cantándola, es una canción que se cantaba en mi casa por excelencia para dormir a un niño. Y fue difícil ilustrarla porque el texto en realidad es rudo, es triste. El libro es el momento en que la mamá vuelve a la casa y le da de comer, le cambia los pañales, lo arrulla. Y toda la letra más ruda va pasando en la ropa de ella y los animales son los actores de esas acciones.

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Y a Caperucita siempre quise ilustrarla, era el cuento que me contaba mi tía abuela. La editorial (Amanuta) encontró estas versiones de clásicos de Gabriela Mistral de Caperucita, La Cenicienta, Blancanieves y La bella durmiente. Y yo elegí a La caperucita. Es precioso y tremendo también. Mucha gente me dijo que dibujé la versión clásica y esta en realidad es más ruda, quizás debería haberle puesto más énfasis a esa rudeza. Y me dan ganas.

-Con Caperucita Roja también incursionaste en el mundo digital, haciendo una book app. ¿Por qué pensaste en este formato y qué creés que le aportó a la historia?

-Yo vivía en Barcelona y un día vi un book trailer de Oliver Jeffers,  “El corazón y la botella”. Quedé alucinada y pensé esto es lo que viene. Me compré un iPad y empecé a ver qué aplicaciones había y qué cosas se podían hacer. Entonces hablé con la editorial y le propuse entrar en el mundo de las apps. Y fue muy difícil. Ahora, a la distancia, pienso que el mundo de las apps es un mundo en sí mismo y no tiene por qué venir de un libro. Es costoso, hay mucha gente involucrada, nunca quedan lo suficientemente bien. Y el libro termina perdiendo algo en ese proceso. Termina siendo un juego. Queríamos que los chicos leyeran con esta aplicación y sí, lo logramos, pero siento que son cosas distintas. Yo hago libros tranquilos, tengo una obsesión con la tranquilidad y creo que el libro logra eso, bajar el ritmo. Tal vez me gustaría hacer algo para iPad pero no partiendo desde el libro.

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-Después de tanto trabajo en cada uno de tus libros, ¿fanteseás sobre cómo son leídos? Esas escenas de lectura donde alguien los toma y los descubre.

-Yo termino el libro y ya está. Pero recibo comentarios. No sé si los chicos los eligen para leerlos solos o los eligen los adultos para ellos. Pero creo que sí son libros leídos por otros.

Proyectos futuros

Paloma nos contó acerca de dos proyectos que está gestando. Por un lado, un libro sobre padres. “Pero no es para niños, es un libro que quiero hacer recuperando historias que me contaba mi padre. Él viajaba mucho, una vez pasó un año en la Antártida y en vez de cartas me mandaba cassettes. Un cassette por mes en el que me contaba sus días, qué hacía, me describía el lugar, ponía música.”

También se viene una nueva editorial en Chile dedicada a libros para niños de primera infancia. “La editorial se llamará Liebre y arranca en enero con 4 títulos”. En Liebre, Paloma se prueba como editora, ya  que no publicará libros de su autoría.

Por: Carolina Masci y Valeria Dotro