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El género de los juguetes

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INFORME ESPECIAL DE LATINLAB.

Escena I: dos niños miran la tele mientras meriendan. En la pantalla aparece una bañerita, un bebe y dos manos que lo enjabonan. “¡Mama, quiero eso! ¡Quiero bañar a un bebe!” dice uno de ellos. “Noooooo, Jua! Jua!, ¡eso es de nenas!”, le dice el otro.

¿Los varones nacen con un superhéroe bajo el brazo y una gran capacidad para soportar el dolor? ¿Las niñas llevan el rosa en sus genes y la fragilidad en su ser? ¿Cuáles son los modelos que se le ofrecen a los niños y a las niñas desde que nacen? ¿Cuáles las características que los adultos les adjudican desde su más temprana infancia? Esta caricatura, de la humorista gráfica Maitena realizado para un material de UNICEF sobre género e infancia, lo grafica poniendo blanco sobre negro las marcas que los adultos comienzan a dejar, de manera inconsciente, en los gustos y deseos de sus hijos e hijas. Gestos que habilitarán o censurarán sus elecciones futuras.

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La terapeuta y sexóloga Patricia Illescas explica que los juguetes adquieren una carga simbólica y configuran el deber ser para hombres y mujeres de acuerdo con la sociedad y el sistema familiar en el que viven, constituyendo así patrones o guiones de vida como una impronta. “La actividad lúdica en la niñez es un proceso psicológico que contribuye en la construcción de la identidad de género y la incorporación de roles, valores, actitudes, comportamientos y aspiraciones acordes con lo que la sociedad reconoce como válido para hombres y mujeres”, asegura Illescas.

Si bien diversas investigaciones coinciden que hay ciertas habilidades y capacidades que se diferencian según sean varones o mujeres, por ejemplo, vinculadas al desarrollo físico o la sensibilidad, o a la motricidad fina y gruesa, que determinan las preferencias, lo cierto es que muchas cualidades, gustos y deseos son moldeados desde la más primera infancia. Primero por los adultos más cercanos, y luego por los consumos culturales vinculados al juego y el entretenimiento.

¿Cual es el objeto más preciado por los niños y las niñas en sus infancias sino el juguete? Históricamente, el mercado del juguete ha reforzado una diferenciación y discriminación sexista que pocas veces ha terminado siendo positiva o equitativa. ¿Porqué las niñas deben jugar solamente a ser mamás, saber cocinar o a lo sumo ejercer profesiones u oficios vinculados al cuidado de las personas (doctoras o enfermeras)?

Según especialistas en temas de género, el sexo de los chicos y las chicas no determina sus gustos, actividades o preferencias. Si un nene no juega a bañar a un muñeco bebé, o una nena no juega con herramientas para construir un robot, seguramente es porque a nadie se le ocurrió ofrecérselos y jugar con ellos. Y esto, en el futuro, también puede desatar otras realidades: “esta diferenciación, producto de una construcción social que nada tiene que ver con la naturaleza, y que bien podría ser inofensiva durante la primera infancia, provoca, en edades más avanzadas, desigualdades y relaciones de poder que se arraigan fuertemente en sociedades patriarcales, generando la subordinación del género femenino respecto del masculino, cuya más drástica expresión es la violencia de género” explica la abogada Romina Pzellinsky, Responsable del Programa sobre Políticas de Género de la Procuración General de la Nación.

El mercado infantil, encarnado en productos mediáticos y audiovisuales, juguetes, útiles escolares, etc., impone princesas y superhéroes. Y salir de esa dualidad es compleja por dos razones: por un lado, la capacidad de incidencia de los modelos familiares es baja en relación a los consumos culturales de los niños y las niñas de hoy; y por otro… ¿es posible encontrar en los negocios alguna mochila que no sea del Superhéroe de moda o la Princesa del momento?

Escena II: «Veo veo.» «¿Qué ves?» «Una cosa.» «¿Qué cosa?» «Maravillosa.» «¿De qué color?» «¡Azul! Es mi favorito» » Puaj, ese es color de nenes.» «Pero a mí me gusta el azul…» «A mí me gusta el rosa.» «Y a mí también, y soy nene, ¡¿acaso los colores tienen pito o vagina?!» “No, pero el rosa es el de las princesas y el azul el de los autitos de policía…”

 Los cambios ya comenzaron

Felizmente, comenzaron a aparecer una serie de empresas de juguetes y de creativos publicitarios, que buscan romper esos estereotipos de género. Esto no es causal, ya que surgen en un contexto histórico, social y cultural en el que el rol de la mujer y los  estereotipos provenientes del mundo patriarcal son cada vez más combatidos en todos los ámbitos de la vida cotidiana. Y el mundo de los juguetes no se queda afuera. Es en esta línea que la doctora Pzellinsky identifica un desafío para la deconstrucción de los patrones establecidos: “empezar a pensar en juguetes sin género, resulta una idea por demás innovadora y el puntapié inicial para la construcción de un cambio”, asegura.

El marketing y la publicidad son grandes actores sociales que pueden colaborar en reforzar o romper con esos estereotipos arcaicos. Pues, en su búsqueda por vender más, se han dado cuenta que cada vez son más los chicos y chicas que comienzan a quedarse afuera de los juguetes en “rosa o celeste”. Porque tal como afirma el psicoanalista Juan Carlos Volnovich , “el modelo de la princesa, linda, coqueta, sumisa, cuidadosa, y el modelo del varón fuerte, potente, físico, son estereotipos propios de la sociedad patriarcal que estos juegos producen y profundizan. Los chicos en realidad juegan a que son otros. Y ese es el valor del juego.”

Experiencias innovadoras

En las últimas semanas circuló en la red el comercial de una empresa de juguetes llamada Goldie Blox, que desarrolló juegos para irrumpir con ingenio en las tranquilas habitaciones rosas de las niñas. Su creadora, la ingeniera Debbie Sterling, buscó ofrecer una nueva propuesta, diseñando juguetes de construcción «desde una perspectiva femenina». La publicidad del juego  causó sensación porque pone patas para arriba algunos estereotipos del género femenino. Y aunque ésta sea una estrategia de mercado para abrir un mercado aún poco explorado, no deja de ser un aporte significativo para una construcción más equitativa de los roles femeninos y masculinos.

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En Suiza existe un ejemplo similar, pero más interesante desde el aporte que puede hacer el Estado para andar un camino en este sentido: luego que el Ombudsman de la publicidad de ese país penalizara a las jugueterías Top Toy, por sus publicidades sexistas en TV, en las nuevas publicidades se ven niños jugando con casas de muñecas o bebés, y niñas jugando con rayos láser.

Otra experiencia interesante es la campaña “Let Toys Be Toys” (Dejemos a los  Juguetes Ser Juguetes), desarrollada por padres y madres, que premia a comerciantes y fabricantes que dejan de promocionar los juguetes sólo para las niñas, y otros sólo para los niños. “Los juguetes son para divertirse, para aprender , imaginar y fomentar la creatividad . Los niños deben sentirse libres de jugar con los juguetes que más les interesan”, aseguran. La campaña buscan que los negocios y fabricantes diseñen, etiqueten y ordenen los juguetes por tema o función, y no por el género,  dejando que el interés del niño sea el que decida.

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Desde la iniciativa social, en www.change.org se pueden encontrar decenas de petitorios dirigidos a las empresas para ponerle fin a la producción de juguetes sexistas. Desde los juguetes de la Cajita feliz de Mac Donalds hasta los catálogos de la cadena Imaginarium. “El sexismo en la publicidad dirigida a niños (…) no sólo limita la capacidad de escoger, sino que perpetúa los roles sexistas de mujer ama de casa y hombre activo fuera de casa y poco colaborador en el cuidado de la familia. Una empresa que se jacta de contribuir al desarrollo pedagógico de niños y niñas nunca debería promover algo así”, escribe una madre que busca firmas en la mayor plataforma de peticiones del mundo.

Escena III: Violeta juega al metegol en un cumpleaños. Una madre le comenta a otra: “¿la viste a Viole? ¿Qué raro que esté tan entretenida con el metegol, no?” “Sí, pero es bueno, ¿no te parece? Mirá a tu hijo, allá, jugando con Juli y bañando al bebé de Viole. Qué divertido”.

Por Paula Chinellato

2 comentarios en “El género de los juguetes”

  1. Pingback: Los reyes no saben nada sobre género | Mónica Beltrán

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